
Una de las mayores causas de hospitalización adultos mayores, son las afecciones causadas por una deficiente hidratación. Mareos, náuseas, problemas renales, migrañas, fallas musculares y metabólicas, se cuentan entre las consecuencias de llevar un déficit de líquidos y poco consumo de agua en su dieta.
Según análisis de bioimpedancia eléctrica, el porcentaje de agua en el cuerpo humano oscila entre el 40% y el 60 o 70%, variando de acuerdo a la anatomía de cada persona, sus labores y hábitos de vida.
De ese porcentaje de agua, los tejidos musculares están compuestos en un 70% y 80% de este elemento, al igual que el cerebro. Adicionalmente, la piel y estructuras viscerales -como los vasos sanguíneos y riñones- requieren de una alta ingesta de agua al día para un correcto funcionamiento.
Una buena hidratación permite mantener el balance del cuerpo, prolongando así el rendimiento físico-cognitivo de la persona.
Recomendaciones
En adultos mayores la sensación de sed disminuye, por lo que es imprescindible estar conscientes de la importancia de la ingesta de agua. Una dieta a base de caldos, fruta y vegetales frescos, podría cubrir indirectamente los requerimientos de líquido diario, ya que el riesgo de deshidratación es alto.
Según la Comisión Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y estudios como la Importancia del agua en la hidratación de la población española FESNAD (2010) se recomienda un consumo de agua al día de entre 2 y 2.5 litros, de modo que supondrá entre 30 a 40 ml de agua por kilo.
Una buena dieta contendrá:
· Raciones de fruta (2-3 al día) entre comidas.
· Vasos de agua en horas del desayuno, a media mañana, tarde y noche. También, antes, durante y después de una actividad física que incremente la frecuencia cardíaca.
Si está al cuidado de un adulto mayor, ofrézcale líquido varias veces al día, a través de zumos endulzados o en un refrescante vaso de agua purificada +Pura.